—Sé que es algo precipitado, pero podríamos organizar una cena esta noche.
Eran las seis de la tarde.
—Nunca, nada, es precipitado —contesté.
No sé cuántas veces habré dejado la comida a medio hacer, o habré congelado el pescado, o sacado las cervezas del congelador porque he recibido una propuesta 'precipitada'.
Yo me he autoeducado en el sí.
Quizás venga de lejos, de cuando era adolescente y tenía miedo a que se olvidasen mis amigos de mí. Ahora, en el día de hoy, es un sí convencido, maduro e incontestable.
Con el sí tienes lo imprevisto garantizado y lo imprevisto trae la vida, porque no sabes qué te van a contar, quién puede acudir, qué comida nueva vais a descubrir, cuántas carcajadas vas a soltar.
Los noes son el alimento de las propuestas que no te harán.
Los síes mueven el mundo, los noes lo congelan. Que no me cuenten que la edad es un freno.
Los planes están para romperlos cuando alguien querido te dice 'quiero cenar contigo'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario