La diosa de la glucosa nos ha cambiado la vida.
Hartos de escuchar críticas a los millones de influencer que nos dicen qué debemos comer o no, o en qué postura debemos dormir, aparece esta francesa en mi vida que me convence de todo lo que he hecho mal desde pequeño.
Ese goloso que habita en mí y se ponía hasta arriba de zumos, croissants y dulces cada despertar, y se quería morir a media mañana cuando el pico de glucosa se venía abajo como quien cae de un precipicio, sucumbió a los poderes de esta mujer.
Desde hace un tiempo, me dejo guiar por sus consejos y me siento mucho más en forma. De hecho, he convencido a Fran de las bondades de sus propuestas.
Todo lo bueno que nos pasa tiene que ver con ella.
Así que, como en una experiencia religiosa, cada vez que nos preparamos de comer o vamos a un bar a tapear nos miramos y, a veces, nos decimos.
—Hoy nos riñe la diosa.