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martes, enero 31, 2023

Merienda

Escucho la palabra merienda e inmediatamente viajo a la infancia.

A esas rebanadas rebosantes de nocilla que nos zampábamos frente a la tele, cuando no había dietas y el azúcar no era un concepto antipático.

La merienda era una frontera que dejó de existir, entre el mediodía y el anochecer, una pausa en nuestros juegos, un alivio para dejar de lado los deberes, la mejor excusa para plantarse en la cocina y tirar de las faldas de mamá.

Sin darte cuenta dejas de utilizar una palabra y la envuelves en el paño de los recuerdos, aunque uno siga tomando el café a media tarde con una magdalena dietética.

Solo meriendan los niños.

Cafés

Hay gente a la que le tengo tanto cariño con la que, aunque sepamos que todo es mentira, me envío mensajes para futuros cafés que sabemos que nunca van a llegar.

Porque nos queremos aunque ya no tengamos nada que ver, ni nuestros mundos estén ya entrelazados.

Sé dónde viven, cómo están sus familias, cómo les va en el trabajo, las tres informaciones básicas para no perderles la pista. No quiero perderles la pista. No hay rencores, deudas ni arrepentimientos.

Gente que sé que me quiere, a la que quiero a pesar de que nuestros caminos se separaron para siempre.

Personalidad

La personalidad no la dan los decibelios.

Ni hablar más, ni vestir mejor, ni ser culto, ni estar viajado, ni siquiera ser bueno.

La da el ser tú. 

La da el que se te distinga nada más aparecer; que se te añore cuando no estás. 

No dejarse llevar por lo que digan, que no es fácil. Mantener un discurso coherente, sin enrocarse. La personalidad la tiene el que no por escuchar deja de tener criterio, el que no por tener criterio deja de escuchar.

Es una cualidad transparente que va reñida con la soberbia, pero que abre más puertas que el dinero.

Quien tiene ese don tiene un tesoro, porque sabe que nunca estará solo, siempre habrá una mano dispuesta a colocarse, de corazón, en su hombro.

More

Hay una canción de mi grupo favorito, los Everything but the girl, que me eleva el alma. 'Five fathoms'.

Tal vez porque es mi lema de vida.

Esta banda, de exquisita poesía en sus letras, tiene temas tan llenos de vida que me agarré a ella desde que tengo veinte años. Incluso les escribí una carta con esa edad, para decirles que no podían gustarme más. Incluso ellos me respondieron desde Londres, para decirme que vendrían a Sevilla a actuar para mí.

―Borete, hay una carta con el sello de la Reina de Inglaterra para ti.

¿Y qué repite esa canción en su estribillo? I wanna love more. Quiero amar más.

Esa es la clave, querer amar más. No pasar por la vida ocultándose, sino exponiéndose. No mirar hacia lo que nos rodea sin interesarnos. No hibernar, que ya habrá tiempo.

La estrofa repite una frase después. Tengo un río en mi cabeza. Ahí está la fuerza de la poesía. Yo también tengo un río en mi cabeza, que no para de fluir.

I wanna love more. There's a river in my head.

Quiero amar más.

Capítulos

Cuando estoy escribiendo una novela, que es siempre, tengo una rutina bien aprendida de lo que puedo y no debo hacer.

La condición innegociable es dejar un capítulo empezado. Aunque sea una frase de tres palabras, incluso sin saber qué significa esa frase. Tengo que lanzarme ese cabo al que agarrarme al día siguiente para enlazar con la atmósfera del día anterior y avanzar sin bloqueos.

No vale con darse por satisfecho con un capítulo redondo. No. Regodearse en ese momento cumbre e irse a celebrarlo con un paseo por la Alameda es contraproducente. Confiarse es perderse.

Yo necesito marcarme la salida para la próxima aventura, dejar el tono, marcar el camino, tender la alfombra...

Porque un libro debe ser como la vida, donde nunca te detienes de golpe, siempre hay un fino hilo que lo une todo. La vida no se vive a tropezones.

Y quiero que mis novelas sean vida, sin paradas, fluida, coherente.

Nunca me quedo dormido sin pensar qué haré mañana.

lunes, enero 30, 2023

Periodista

Cuando veo el telediario, querría ser periodista.

Y si estoy en el hospital envidio no haber sido médico, y piloto de avión si vuelo, o investigador al anunciarse un avance contra el alzheimer, incluso actor cuando me meto en una película.

La pena, o la suerte, es que solo tenemos una vida para ponernos a prueba; que no somos conscientes de la importancia de las decisiones tomadas hasta que ya el camino está hecho.

O casi hecho, porque siempre hay un tramo por recorrer, una curiosidad por satisfacer, personas de las que aprender.

Lo que no vale es desmerecer aquello a los que nos dedicamos porque, aunque no nos lo creamos, siempre hay alguien a quien le hubiera gustado hacer lo haces tú.

sábado, enero 28, 2023

Domingo

Abrir los ojos un domingo soleado es un éxtasis brutal.

Escucho a Fran preparando el desayuno, imagino el periódico sobre la mesa del salón, planeo el paseo de media mañana y el arrocito del mediodía.

Cuando vienen los ramalazos de felicidad los acojo con los brazos abiertos, me regodeo en ellos, disfruto como un crío del hecho de disfrutar, consciente del privilegio de tener lo que tengo y haber llegado justo aquí donde estoy.

Porque la vida se complicará, pero no ahora, en el instante en el que me desperezo para oler la casa caliente y las tostadas lejanas; los malos momentos están asegurados, pero no este domingo, no de momento. Y si llegan hoy, que me cojan con una sonrisa en la boca.

Hay que aprender, también, a ser feliz.

Apuesta

Coloca todas las almohadas, los cojines, apaga las luces precisas, echa persianas, regula la calefacción, ordena su mesilla, selecciona la película y me llama:

—¡Ya!

Yo dejo lo que esté haciendo, me pongo el pijama y me meto en la cama. Fran ya está colocado, como un faraón encima de su montaña de almohadones, tapado hasta el cuello. No hay momento más feliz en el día.

Con todo ya dispuesto, da comienzo la película.

Yo apuesto entonces a que no llegará a ver los créditos del principio y, efectivamente, gano la partida. Ya está dormido. Con todo el circo montado y su mejor disposición para disfrutar de 'esa peli que tenemos tantas ganas de ver', se queda frito. En un sueño profundo de respirar pausado.

Yo lo miro, a dos centímetros de mí y me digo:

'No puedo quererlo más'.

Ventanita

Recorríamos Francia en coche de Norte a Sur.

Al recoger el tique de uno de los peajes, me di cuenta de que el elevalunas no funcionaba, así que tuve que bajarme del coche y recogerlo.

Durante el recorrido tuvimos que parar varias veces para pagar, así que tenía que disponer el coche de manera que pudiese salir para hacerlo. Entonces yo le explicaba en francés al del peaje:

—Verá, se nos ha estropeado la ventanilla del piloto.

Cuando retomaba el coche, Fran me decía:

—¿Has visto la cara que ha puesto?

Era cierto. Al operario de la caja le traía al pairo lo que le hubiera pasado al coche. Aún así, a mí me gustaba aclararlo. 

Desde entonces, Fran me bautizó 'el Ventanita', por mi tendencia a dar explicaciones acerca de mi comportamiento, aunque nadie me las pida.

—Verá, llevo los zapatos manchados de barro porque acabamos de pasearnos por el campo.

viernes, enero 27, 2023

Lanzarote

Lanzarote es Montse.

Si pienso en la isla, hermosa de roca negra, viento y azul, me agarran la garganta los días que pasé allí a solas. Incluso los dioses se aliaron e hicieron que se me acabasen los datos del móvil, para evitarme distracciones fuera de mí y ella.

Montse había muerto el día antes, a una semana de cumplir lo cincuenta, y yo decidí escapar tras visitarla en el tanatorio.

Con un coche de alquiler la recorrí de norte a sur, de un lado a otro, a la isla y a Montse. Lloré agarrado al volante, al sentarme frente al mar en la inmensa playa de Famara, cada vez que colgaba el teléfono tras hablar con gente que se interesaba por mí.

Me quedaba dormido en la arena, bebía vino canario hasta acabar las botellas. Nunca me sentí tan en comunión con la Naturaleza, pequeñito, frágil, perdido.

Cuando aparece Lanzarote no hay tristeza, porque a ese viaje fui yo solo, pero lo disfruté con ella. 

Alabar

 Anoche conocí a una buena persona.

Fran me llamó al anochecer para tomar una cerveza con su amiga Patri, con quien llevaba toda la tarde. Hacía años que no nos veíamos, así que tardamos por lo menos dos cervezas en ponernos al día. 

—¿Buscamos un sitio para cenar?

Ella llamó a Esther, su comadre, de la que siempre le oí hablar pero a quien nunca conocí en persona. Cuando ésta llegó nos fuimos al restaurante, donde me senté frente a ella. Me encanta encontrar gente nueva, así que me dediqué a escuchar.

A media cena no tuve más remedio que decírselo.

—Esther, me gustan las personas como tú.

Ella me miró sorprendida.

—¿Y eso?

—En lo que llevamos aquí has hablado de tres personas y de las tres has alabado su bondad.

Una manera de distinguir a alguien bueno es cuando habla bien de los demás.

jueves, enero 26, 2023

Copia

La gente delata su inseguridad incluso en los correos electrónicos del trabajo.

Tú preguntas algo a un compañero y él te contesta poniendo en copia a media empresa. Para protegerse, para lucirse, para amenazar.

Es como si voy a la máquina de café de la fábrica y comento algo con un colega y éste, para contestarme, conecta el altavoz del taller y hace venir a veinticinco personas para responderme.

Lo hacen también para solicitarte algo, para intentar amedrentar al destinatario diciéndole, por lo bajini, 'mira la de gente que nos lee, no tendrás valor de no responderme'.

Pienso que es más sano hablar de tú a tú cuando necesitas algo de alguien. Solo cuando esta persona no responda o responda mal es cuando hay que plantearse pasar a la fase dos. Si lo hiciéramos así, perderíamos menos tiempo y ganaríamos en confianza, autoridad y seguridad.

Lo fácil es enredar.

Tras las nuevas tecnologías se esconden las mismas malas prácticas de siempre. 

De los de siempre.

miércoles, enero 25, 2023

Emoticono

Igual que me resistí a abandonar los discos de vinilo, para mí, amante de las letras, supuso un sacrilegio entrar en el mundo de los emoticonos.

La grandeza de la lengua que nos une nos permite expresar, con toda la riqueza y detalle que queramos, cualquier reflexión, sentimiento o postura respecto a cualquier tema. No hace falta más que dedicarle unos segundos a elaborar nuestro discurso y otros tantos a escribirlo, incluso en una pantalla de móvil.

Un día admití que no se pueden poner puertas al campo y que mi empecinamiento no era sino caminar en contra del progreso, porque enviar un corazón rojo a Fran cada vez que me acuerdo de él es una manera tan válida como otra de mostrar mi amor, porque terminar una respuesta con un muñequillo que guiña el ojo es una buena opción para quitar hierro al asunto, porque, a fin de cuentas, nos permite mantener un hilo rápido con el exterior en momentos en los que las prisas, el trabajo o la desgana nos convencerían para quedarnos callados.

Tengo una amiga uruguaya que se niega y, cada vez que le escribo, debo contenerme para no enviarle todo mi cariño disfrazado de corazones. Ella resistió más que yo.

lunes, enero 23, 2023

Llorar

Ver a la persona amada llorar es de una belleza que aturde, de no ser porque no quieres que ocurra nunca.

Ese desmoronarse en lágrimas, con toda la fragilidad al descubierto, es la apoteosis de la comunicación. Observar cómo se quita las corazas y queda desnudo de toda defensa frente a ti. Tomarlo por las axilas, aguantar su derrumbe, ayudar a orientarlo de nuevo, a que tome pie y se enderece es de las experiencias más impactantes por las que puede pasar un ser humano.

Tengo la fortuna de que han sido pocas veces.

Mostrar tu fortaleza para decir aquí me tienes, llora lo necesario, olvídate del mundo, deja por un rato de pelearte con la vida, echa el dolor fuera, súdalo, no tengas vergüenza de ser terriblemente humano.

Quiero que seas, también, débil. Quiero que seas débil como yo.

domingo, enero 22, 2023

Opinar

Opinar es gratis, necesario y constructivo, pero la fortaleza de un juicio es proporcional al conocimiento que tengamos sobre un tema.

Yo podría opinar sobre el sistema político en Paraguay, pero sería atrevido e incluso soberbio, porque no tengo gran idea acerca de la situación en aquel país.

Hay gente que opina de todo y por todo, sin la humildad necesaria para distinguir entre lo que sí que sabe y lo que le suena a chino.

A opinar se aprende viviendo, a posicionarse se entrena leyendo, a tener criterio se llega escuchando.

Llevo toda mi vida desayunando con los artículos de opinión de prensa, escuchando tertulias en radio acerca de lo divino y lo humano y aún así tengo lagunas inmensas para tomar postura con la autoridad que da el conocimiento.

Salvo que seamos especialistas en un tema, considero que debemos ser abiertos a entender los argumentos en el otro, partiendo de nuestra particular manera de ver el mundo.

Yo tengo muy clara mi visión sobre temas fundamentales que tienen que ver con los derechos humanos, las políticas sociales, la sanidad pública o mi visión de España, lo que no quita para querer escuchar cómo lo ves tú.

Sobre Paraguay, que me explique quien lo conozca, que me encantará saber.

Cita

Esta noche será de las grandes.

De aquellas que conformarán un recuerdo señalado en mi historia personal.

Gracias a una payasada mía con 18 años, las conocí. Mariángeles estudiaba Matemáticas, Elisa Medicina y yo Ingenieros. Pipiolos que no sabíamos de la misa la media y formamos en poco tiempo un triángulo perfecto e inseparable.

Años después yo acabé desapareciendo por no tener el valor de reconocer mi homosexualidad. Ellas se separaron tiempo después por celos propios de la juventud.

A Mariángeles la recuperé diez años después y hoy es mi mejor amiga.

De hecho, tengo sin publicar una novela, la primeriza, que se titula 'Tres' y cuya protagonista es Elisa. Una Elisa que se convirtió en tema de conversación en todas estas décadas.

Qué habría sido de ella.

Pero Elisa apareció hace poco. Con los nervios a flor de piel, la esperé en la Flor de Toranzo. Le pregunté si quería que fuese solo o con Fran.

-Ve con él, quiero conocerlo.

Apareció ella. Yo dejé a una chavalita de pelo lacio negro, que le llegaba por la cintura, y me encontré con una señora de porte maravilloso y cabello canoso, corto. No tenía más que cerrar los ojos y sentir la misma voz de entonces.

Hoy se cierra el triángulo de nuevo. Treinta años después. Hoy tenemos cena en casa y nos encontraremos los tres.

¿Quién no va a llorar?

sábado, enero 21, 2023

Ser amable

Hay mucha gente torpe que no se da cuenta del bienestar que provoca el ser amable.

Es una actitud ante la vida, la amabilidad, de la que sale ganando sobre todo el que la practica.

Ya puede estar cayéndoseme el mundo encima, que un buen gesto hacia el otro será fácil de fabricar, y con él vendrá una simple mirada cariñosa del otro lado que me vendrá más que bien.

Sí, hay gente que nace encabronada, que incluso teniendo lo fundamental para llevar una vida sana se obstinan en gruñir cuando se les habla. Es más, hay quien se vanagloria de ello, de ser estúpidos, distantes, altivos.

Con lo fácil que es una sonrisa y lo bien que sienta a nuestras feromonas, ya no a las del otro, sino a las nuestras.

Como decía Henry James, sólo hay tres cosas importantes en la vida: ser amable, ser amable y ser amable.

miércoles, enero 18, 2023

Perrito

A cuánta gente no agarrarías y abrazarías como a un perrito chico.

A mí se me vienen varios nombres a la cabeza, personas cercanas que te provocan ese sentimiento tan hermoso de la ternura, bien porque sean frágiles, bien por ser intrépidos, por creer en el mundo o por cabrearse con él, gente solitaria y gente buena.

Necesitamos más abrazos. Que yo te vea triste y pueda achucharte, que estés emocionado y me emocione contigo también.

Sin embargo damos pocos apretujones, nos contenemos en nuestras esferas aisladas sin rozarnos, pasamos por la vida como pequeños héroes autosuficientes, nos negamos la capacidad de fundirnos en esos abrazos en los que se hablan corazón con corazón.

Es triste, pero muchas veces necesitamos un par de cervezas para salir de nuestro yo de siempre y así acercarnos para decirnos cuánto nos queremos. 

Incluso cuando sabemos cuán medicinal es ese momento para los dos.

Trascender

Tengo tendencia a juntarme con gente que conozca el significado del verbo trascender, y lo practique.

Que sepan encontrar, al mirar el mar, mucho más que una inmensidad de agua. Que puedan sentir, al visitar una catedral, los siglos de cada piedra. Que puedan percibir, al leer una novela, cómo el escritor vivió esos momentos de creación.

Por la vida se puede pasar, y tanto que sí, con las gafas de cerca siempre puestas. Tal vez, diría, que se es más feliz. Limitarse a ver lentejas donde hay lentejas y disfrutar de una canción por el simple gustirrinín de mover los pies.

A mí, en cambio, me gusta tirarlas al suelo y explorar cada significado, los orígenes de las cosas, las personas que hay detrás, el porqué de nuestro presente, seguir el hilo de mi imaginación para emocionarme con cosas nimias en apariencia.

La vida es más fácil sin pensarla, al calorcito de lo que siempre ha sido así, pero cuando rascas, aunque se te rompan las uñas, descubres la ventaja que tenemos de haber nacido con tantas capacidades inmateriales como tenemos los humanos.

Perros

Íbamos todos los lunes al anochecer.

Salíamos del club, agrupados, y corríamos por calles que se convertían en carreteras hasta salir de Sevilla, donde buscábamos una hilera empinada de casas que terminaban en la más absoluta oscuridad.

Era entonces cuando sonaba el silbato y salíamos todos corriendo como posesos hasta el fondo de esa rampa rodeada de casas humildes. Una vez arriba, entre jadeos y los pulmones reventados, salía una jauría de perros a recibirnos.

Yo tendría 15 años y un ramalazo de terror recorría mi espina vertebral al llegar allí. Con disimulo me situaba en el centro del grupo por si un día esos perros medio salvajes nos atacaran.

Ese callejón se ve desde Sevilla cuando enfilas la carretera para Huelva. Cuando pienso en el miedo, no tengo más que mirar para allá. Nadie lo supo por entonces, nadie se dio cuenta, a nadie le expliqué lo que fue mi terror.

Mundo interior

Cuando se tiene un amplio mundo interior no queda hueco para el aburrimiento.

Pasas de un asunto a otro sin darte cuenta, te azuzas para terminar una tarea por hacer otra. Quieres leer, pensar, charlar, cocinar, escuchar, probar. Quieres, incluso, no hacer nada. Un 'no hacer nada' elegido, de los que te permiten recrearte en tu pereza.

A mí me aburre la gente aburrida, no porque yo piense que nadie tenga que estar corriendo de un lado a otro, sino por no entretenerte con nada. 

Entretenerse, además, no es caro; incluso es gratis casi siempre, porque va asociado a cosas que tú ya tienes.

Eso sí, requiere disciplina, una cierta gimnasia, tener curiosidad y propósito de mejora. Aburrirse es dejarse ir, que es lo más sencillo del mundo.

Pero qué aburrido es estar aburrido.

Dudas

A veces me digo, quién soy yo para sentenciar esta y otra cosa. A cuento de qué lanzo al aire de las redes sociales textos que parecen manuales tontos de autoayuda. Qué me lleva a contar anécdotas personales como pretendida enseñanza ante determinadas situaciones. 

Es buena la duda. Plantearse con ojos críticos lo que uno hace. Ridiculizarse incluso hasta sudar frío. Hacerse harakiris emocionales para resituarse de vez en cuando.

Es buena, sí, mientras no bloquee, porque lo peor que puede pasar es que nos convirtamos en estatuas de sal de no saber si ir para atrás o para adelante.

Descender al fondo de nuestra forma de entender el mundo es higiénico, desde el momento en el que sales más fuerte por haber respondido a tus principales temores. 

Actuar por inercia, porque siempre lo hice o por miedo a cambiar es lo que menos puede llenarnos.

Si la duda te corroe, plántale cara, pero no dejes nunca que te paralice.

martes, enero 17, 2023

Interés

Hay una circunstancia que me crea inseguridad, y esta no es otra que tener gente cercana, que me consta que me quiere, que me quiere bien, y que, en cambio, no se interesa nunca, o lo hace de refilón, acerca de mi actividad literaria.

A pesar de las horas diarias que saben que le dedico, de mis apariciones en los medios de comunicación, de las reseñas en las redes, de mi capacidad para seguir creando historias.

Silencio.

Como si esa faceta de mi vida, tan importante para mí, no existiese.

No imagino yo que a un amigo que se dedicase a hacer alpinismo, que todos los fines de semana se fuera a la montaña, que se apuntase a mil formaciones, que gastara mucho dinero en material, en viajes, que a alguien querido con esa afición yo no le preguntase nunca por su pasión.

Al no interesarse por esa parte de mí, las inseguridades se hacen fuertes en mi trayectoria literaria, porque aunque no le gustase nada lo que yo escribiese y mis historias fueran imbebibles, que no lo son, eso no quitaría para que se mostrase cercano respeto a esa parte de mi mundo.

Qué importante es estar pendientes de las pasiones de los amigos. Si hacemos que no las vemos, invisibilizamos a quien queremos.

Desganas

Convivimos mal con nuestras desganas.

Nos martirizamos sin saberlo con las mañanas en las que suena el despertador y no encontramos la motivación para salir de la cama, los días en los que se nos hace un mundo pensar qué hacer de comer, los fines de semana que llegan y no nos apetece salir de casa.

No sabemos perdonarnos, admitir que trabajar es muchas veces un coñazo, que las tareas rutinarias no llenan el alma, que la pereza forma también parte de nosotros.

Cuando transformas ese principio de remoridimiento en asunción de tu propia naturaleza humana comienzas a sentirte mejor, porque no hay nada peor que forzarte continuamente a ser quien no eres, sin aceptar que nacemos y vivimos con debilidades propias de todo ser humano.

¿Que mañana suena el despertador y no tienes ganas de nada? Eso es que estás vivo.

Ya vendrán, seguro, días de luz.

sábado, enero 14, 2023

Minions

Con la libertad que nos da el conocernos tan bien, propuse a Fran ir al cine.

Echaban la última película de dibujos animados de los minions, esas criaturitas amarillas de ojos saltones vestidas con un peto vaquero.

Muero con los minions.

Los conocí con mi sobrino Iván, cuando tenía una edad en que lo podía raptar de casa de mi hermana y pasar todo el día con él. No me lo pude pasar mejor que ese día en que los descubrí en una sala abarrotada de chavalería.

Ahora no, ahora era a sangre fría y sin las excusas de acompañar a un niño.

Así que allí nos sentamos Fran y yo, con el mismo ambiente infantil y escandaloso de la primera vez.

Me metí tanto en la película que no pude controlar una carcajada que resonó en todo el patio de butacas. Al parecer solo había entendido yo la escena, o era el único que no la había entendido. 

Sentí la mirada de los niños diciendo, 'y este qué hace aquí'.

Abramovich

Las ciudades que acabas de descubrir se conocen en realidad cuando las visitas por segunda vez.

En la primera se presentan con la fachada presumida de enseñarte lo que tú venías a ver y no suelen defraudar. Vas buscando las postales y las encuentras. Se establece un romance entre tú y ella que quedará para siempre en el recuerdo.

La segunda vez, en cambio, empiezas a verle las costuras, sus tripas, empiezas a mirar dentro de los bares, las colas en el banco, la vestimenta de los policías, hueles las panaderías, escuchas las risas, vas sin las prisas de hacerte la foto.

Así entramos en el Moma. Nueva York ya no era una desconocida para nosotros y podíamos permitirnos vagabundear. Habíamos escuchado que Marina Abramovich presentaba una performance en el museo, que ya conocíamos, y allí nos metimos.

Llevaba meses actuando a diario. Ella se sentaba en una silla, frente a una pequeña mesa, y esperaba a que alguien de entre los visitantes del museo se sentará del otro lado. Entonces se producía el milagro. Tan solo consistía en mantenerse las miradas, hasta que al retado le ganaba la retadora.

Yo sufrí todo tipo de emociones observando la escena, no quería salir de allí. Me sentí importante, me sentí pequeño, se me saltaron las lágrimas, me angustié, agradecí estar vivo, se me erizó la piel. 

Solo había una señora mirando fijamente a un desconocido, a los ojos. Y un desconocido aguantando la mirada.

Hay quienes critican el arte contemporáneo por salirse de las normas, pero las normas del arte solo tienen que ver con provocar en el espectador sensaciones que le hagan estremecer.

Puerta

Hay errores que se repiten porque solo se piensan cuando ya ocurrieron.

En mi fábrica hay puertas que se abren al revés del sentido lógico de las puertas. O del sentido lógico que yo tengo de ellas.

Así que voy a lo mío, con las prisas de una reunión o la inquietud de un problema que acaba de surgir, hasta que llego a la puerta. Es entonces cuando me digo, 'hay que tirar'.

No, había que empujar.

De hecho, viéndolo aquí desde casa, en mi mesa de escribir ideas, no sé si es una puerta de tirar o de empujar.

Caigo cada vez desde hace mil años y me preocupa. Me preocupa tropezar siempre en los mismos errores, me inquieta no saber corregirlos.

Hay situaciones, personas, conflictos, retos que me confunden, que cuando llego a ellos siempre actúo como no me gusta hacerlo. Luego, en el reposo de mi sofá mirando al techo, me prometo no volver a comportarme así.

Pero aparece la puerta, y tiro hacia mí.

Mequinenza

No sé qué propiedades podría tener, pero cada vez que llegábamos allí compraban zumo de pera.

Entré a hacer remo por complicidades entre mi madre y mi tío Yiyi para sacarme de casa, de mi timidez. Hablaron con Anchoa y, a los trece años, me vi metido en una dinámica diaria que me hacía mucho bien, pese al miedo inicial.

Todos los días entrenábamos duro y eso le venía muy bien a un enclenque como yo. Entre el grupo de chavales conocí, además, todo tipo de situaciones y clases sociales que se me escapaban de mi colegio elitista de curas. ¡Descubría el mundo!

Si intensos eran los entrenamientos, más lo eran las charlas tomando palmeras de chocolate al salir del club. 

Yo me esforzaba en remar con la mejor técnica, porque no tenía la fuerza de mis amigos para hacer avanzar el bote, y el premio ya llegó el primer año, cuando me llevaron a los campeonatos de España en Mequinenza, un pueblo zaragozano rehecho tras quedar sepultado el original bajo el enorme embalse donde íbamos a competir. Mequinenza era el sueño dorado de todos los que entrenábamos.

Los desayunos cuando llegábamos allí, con los nervios de las regatas, eran intensos. Siempre con zumo de pera.

Esta semana me acordé y busqué entre las estanterías del Carrefour hasta dar con él. He desayunado todos los días bebiéndolo y no me hacía falta sino cerrar los ojos para volver a esos tiempos al aire libre en los que, de puro nervio, se me abrían las puertas de la vida.

viernes, enero 13, 2023

Reverencias

La primera vez que viajé a Japón, llegamos al anochecer.

Todo me conmovía.

Las luces, las gentes, los trenes, los escaparates, los ruidos, las casas. Son esos momentos que se graban en la parcela que la memoria deja para las imágenes definitivas.

Ya muy cansados, llegamos al hotel. 

¡Hotelazo! 

Un Sheraton en Yokohama que nos había buscado la empresa, en pleno centro del bullicio de la ciudad. Una gran puerta rotatoria nos recibió y, nada más entrar, una corte de empleados nos recibió a base de reverencias.

Ellos movían la espalda, recta, dejando las piernas quietas, hasta llevar la cabeza a la cintura. 'Tacatá'. Instintivamente tu respondes ante semejante recibimiento, y te inclinas. 'Tacatá'. Ellos responden a tu reverencia con otra. 'Tacatá'. Y entras en bucle. 'Tacatá' tú, 'tacatá' yo.

A la mañana siguiente, en el trabajo, nos explicaron que el anfitrión siempre es el que da el último espaldarazo, por lo que era suficiente con responder una sola vez con ese movimiento.

Días después, cuando ya llevábamos semanas en Japón, quise volver a entrar por la puerta principal del hotel. Una compañera me advirtió.

―Pero, Salva, el ascensor está más cerca entrando por la puerta lateral.

Pero en la puerta lateral no había quien nos recibiera y a mí me apetecía una tanda de 'tacatás'.

―Es que hoy estoy triste.

Brillantez

Tengo la íntima sensación de que la única forma de triunfar en cualquier terreno es a partir de la brillantez.

Así me lo aplico.

Hace muchos años acompañé a comer a un compañero de trabajo, y amigo, que se retorcía por dentro por un ascenso que no le habían concedido. Se quiso enfrentar a la dirección, puso su puesto a disposición de la empresa y acabó mal.

Antes de montar ese pollo, durante esa comida, compartí con él mi teoría.

―La única forma de ascender es ser brillante ―le dije―. Puede que no sea suficiente, pero es indispensable. Tienes que ser impecable y ya todo vendrá. Medrar solo sirve a corto plazo.

Cuando uno trabaja interiormente la búsqueda de la excelencia, se encuentran resultados sólidos. Aunque solo sea a nivel personal, de autosatisfacción, que es sin duda el mayor de los éxitos.

A mí la vida profesional no me ha tratado mal porque siempre he mantenido esa filosofía. No soy un gran ingeniero, ni me muero por los coches, ni conozco todos los entresijos de mi empresa, pero lucho por hacerlo bien.

No soy un escritor reconocido, pero no hay día en el que no saque tiempo para escribir, ni dejo de anotar aquellas ideas de los grandes autores que admiro, ni me vengo abajo cuando no recibo un aplauso de mis lectores. Persevero, pese a todo, en busca de la brillantez, en lograr la excelencia. No me valen los enchufes, ni los contactos, ni la promoción, ni los halagos si no consigo conmover el alma con mis escritos.

Luchar por ser muy bueno en aquello a lo que te dedicas es el mejor regalo que te puedes hacer, porque nunca conocerás el fracaso.

Si no luchas por tus sueños, nadie lo va a hacer por ti.

martes, enero 10, 2023

Carrera

Es recurrente en mis sueños negros el no haber acabado la carrera. Tener más años que un bosque y seguir dale que te pego con las ecuaciones diferenciales y la mecánica de fluidos. Ver que mis compañeros de universidad han construido su camino y yo sigo ahí, en esas aulas inmensas tomando apuntes. 

Solo.

No suele ser la temática principal del sueño, sino el encuadre. La trama principal puede ser que haya caído un meteorito en medio del campus o que en los árboles del patio hayan empezado a germinar cucarachas, pero ahí estoy yo como un bendito con los libros en la mochila.

Es curioso, porque casi siempre encuentro la salida al laberinto. Algún personaje de esa mi doble vida nocturna me hace ver que yo ya tengo el título, que ya soy ingeniero, que la vida me trata bien y que estoy ahí tan solo porque quiero aprender más.

Entonces me relajo y dejo de dar tumbos en la cama.

Controlar

Tengo una gran amistad que, cuando se viene abajo, se delata:

Es que he dejado de tener el control sobre mi vida.

Porque en su frase está la respuesta. Da igual el listado de las situaciones sobre las que tenga la sensación de haber pedido el control, lo preocupante es que quiera tenerlo sobre todo lo que le rodea.

Es una de las grandes fuentes de frustración y lo es porque no podemos domesticar aquello que nos preocupa y que está lejos de estar en nuestras manos corregir. La vida es salvaje, no se rige por normas matemáticas y lo que hoy parecía verde mañana es negro y se ríe de ti.

Tenemos que trabajar la transición desde el dominio de nuestro entorno hacia el fluir con él.

Sé que es difícil para las personas que se caracterizan por ese perfil y sé que la teoría es mucho más sencilla que la práctica, pero a veces es necesario tirar piedras de la mochila y no exigirse resultados que no dependen de nuestra voluntad.

domingo, enero 08, 2023

Fnac

Hay dos, tres o cuatro cosas que hacemos en la vida que cambian, un poco más de lo normal, el destino de los demás.

Sí, tenemos ese poder.

Cuando eres consciente de esos momentos puntuales de tu trayectoria vital, te sientes parte del mundo. Haber conseguido modificar el trazo de lo previsto es una manera de coger valor para con uno mismo.

Una de esas ocasiones fue para mí la de que dos amigos se conocieran, gracias a que un día de hace diez años yo los junté en una librería para verme presentar una novela. Ellos vivían a miles de kilómetros de distancia y yo tenía dos hilos, que me unían a cada uno de ellos.

Ese día, sin ser consciente, hice un nudo entre los dos extremos, me fui a casa y la magia funcionó.

Cada vez que quedo con ellos, hay algún momento en el que abro los pulmones y me siento parte activa del mundo.

Sí, tenemos ese poder.

Ratonera

Todo el mundo, en algún momento, se ha planteado qué diantres hace aquí.

Es bien cierto que nos traen a la vida sin preguntar al primer interesado, el que nace, al que, cuando tiene  uso de razón, se le explica que está condenado a muerte.

Es duro.

En paralelo tenemos la fortuna de conocer días soleados, comidas ricas, amores locos bañados de risa. Comenzamos a entender, sin definiciones académicas, el significado de las palabras amor, felicidad, aunque sea momentánea, solidaridad. Nos sentimos rodeados de gente como nosotros y podemos decirnos que somos privilegiados.

Y así transcurre nuestra existencia, hayamos analizado o no los dos extremos, cabalgando entre el blanco y el negro, con sobresaltos que nos llevan a lo negro y éxitos que nos llevan a lo blanco, pero conociendo bien lo grisáceo.

Hay, sin embargo, quien se queda en lo negro, que entiende la vida como una ratonera de la que no puede escapar. Suelen ser personas muy inteligentes, con gran capacidad de análisis, sensibles, austeras, que un día balancean a lo oscuro y no logran salir de allí, atrapados por la depresión.

Señalarlos es lo peor que podemos hacer, es más humano tomar el riesgo de acercarse donde ellos están para darles la mano y traerlos, poco a poco, aquí donde hace luz.

jueves, enero 05, 2023

Iguales

Cuando sale en la conversación mi amor por los viajes, me gusta responder que lo que más he aprendido de ellos y lo que más me engancha no tiene que ver con monumentos, paisajes o tradiciones. Es mucho más sencillo.

Viajar me ha permitido comprobar lo iguales que somos los humanos.

Y me gusta bucear en esa verdad, al comentar la procedencia de unos embutidos con el dueño de una taberna en León o al visitar un parque en Tokio mientras escucho cómo le va la vida a un compañero japonés.

Parece de perogrullo, pero esa conclusión tan personal no se entiende en toda su inmensidad hasta que no tienes recorrido medio mundo y has compartido momentos de todo tipo con personas a las que nunca hubieras conocido de haberte quedado quieto.

Que integres esa sencilla verdad, que somos muy parecidos entre nosotros, provoca un bienestar mental impagable, se convierte en una medicina fantástica contra el nacionalismo, amplía tu territorio al del planeta entero, te hace más sensible a los problemas y triunfos del hombre, consigues sentirte menos pequeño, más coherente, empático y asertivo, menos caprichoso y egocéntrico.

Ves que somos uno, que nos duele lo mismo y que juntos, siempre, seríamos mejores.

Autosuficiente

Hace unos días estuvimos descansando en una preciosa casa rural asturiana en Villaviciosa, con árboles, horreo y chimenea.

La lleva una amiga a la que llevábamos tiempo sin ver, desde que se decidió a montar ese negocio en su tierra, a base de dejarse los ahorros y echarle mucha voluntad. Hoy lo regenta ella sola, tiene las mejores opiniones en internet, tal como merece, y se le ve la cara de felicidad al contarnos su día a día.

Admiro a la gente autosuficiente. En lo emocional y en lo práctico. Personas como ella que se desenvuelven con soltura sin necesidad de nadie, que organizan sus mochilas con la libertad de meter lo que les apetezca dentro, sin compromisos más allá de los ella considere interesantes para ella.

Yo sé que la recordaré mucho en los próximos meses, cuando ande hasta arriba de trabajo y me la imagine allí, en su guarida, recibiendo cliente y cargando leña. Seguramente ella estará más ocupada que yo, no descansará fines de semana, se agobiará cuando no le lleguen las reservas.

No le importa. Seguro. Ha creado un mundo del que solo ella es dueña.