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salvador-navarro.com

lunes, septiembre 16, 2019

Atención

Una de las mayores carencias que encuentro en mi entorno profesional es la de la atención. Perdemos horas carísimas en no escucharnos. No sé si será el espíritu díscolo español, un reflejo del mundo en el que vivimos o las pocas ganas que tenemos de aguantarnos, pero resulta complejo conseguir que, en una reunión de más de 5 personas en la que alguien está presentando un tema, no se formen conversaciones en paralelo. No sólo eso, incluso cuando estoy explicando algo concreto a alguien concreto siento, por sus interrupciones y preguntas incoherentes, que no me está escuchando. Eso sí, luego nos faltan horas en el trabajo para terminar nuestras tareas. Somos maestros del desaprovechamiento y de la improductividad.

Tal vez nací demasiado cuadriculado, entiendo que sí; así y todo llevo mal, muy mal, la incapacidad de los equipos de trabajo para dar su sitio a aquél que habla, expone, explica o desarrolla un tema.

Se trata simplemente de atender, y entender, lo que un compañero ha preparado para ti.

No sé si es un mal de nuestro tiempo, porque además la gente reacciona con cierto 'chuleo' a mis llamadas de atención. Todos queremos ser el centro del universo.

(En el trabajo y en la barra del bar)

Pero universo no hay más que uno.

martes, septiembre 03, 2019

Ocupados

Una manera equivoca de demostrar valía, a mi juicio, es exponer al mundo que te rodea lo muy atareado que estás, la de cosas que tienes entre manos, lo poco que te cunde el tiempo, la incapacidad para controlar tu agenda.

¡Los ocupados!

Quien más quien menos, todos tenemos rutinas, trabajos, proyectos, hobbies, placeres que convierten en entretenidos los días que corren. Estar vivos.

El problema es cuando esta actividad se impone en el discurso. Fatiga, mucho, escuchar a personas que lo único que saben decir es que no tienen tiempo para nada, porque al decirlo, si son cercanas, están en cierta forma diciendo que no tienen tiempo para ti.

Vivir no consiste en encadenar tareas que anulen nuestra libertad, sino equilibrar bien los momentos en que podemos trabajar nuestros planes con nuestro yo social. No dejar nunca de lado que somos animales sociales y que necesitamos a los demás, que somos necesitados por los demás.

Son enormemente atractivas las personas triunfadoras que no hacen gala de su esfuerzo.

No me atrae de ti lo mucho que curras, ni las palizas de yoga que te pegas, ni cuántos cursos de cocina has hecho. No te da más puntos, porque toda esa riqueza en ti la debo ver yo, no escuchar cómo me lo cuentas; los puntos los dan la calma, la sensatez, saber que te tengo ahí para charlar acerca de ti. Sin ventas ni marketing forzado, eso ya vendrá, fluido...