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salvador-navarro.com

domingo, abril 19, 2020

Conmoción

La clave de la salvación en esta pandemia está en el hecho de que todo el Primer Mundo ha sido atacado por igual. Mal irían las cosas si fuera el África Negra o el Sudeste Asiático los únicos perjudicados.

No ha sido una catástrofe natural en el sentido apoteósico del término, en cuanto a que las infraestructuras y el tejido productivo están plenamente a salvo. Todo está en su sitio para el día después; la clave es llegar enteros a ese momento. De ahí la importancia de que nuestros gobiernos, los de esos países que se dicen civilizados y prósperos, consigan mantener las constantes vitales de sus pueblos durante este tiempo.

Porque, a fin de cuentas, todo será dinero. El dinero que se inyecta para poder hibernar mientras no encontremos el antídoto, la vacuna.

Y el dinero es ficticio, no más que un invento del ser humano. Un invento en manos de los bancos centrales de los grandes países. Los países ricos se endeudarán con sus propios bancos centrales. Llegará un momento en que todos mirarán para otro lado y harán desaparecer esa deuda.

La clave es que es un problema genérico y de ricos.

Nadie está a salvo y ésa es nuestra salvación.

martes, abril 14, 2020

Maldad

En estos tiempos difíciles, surrealistas, trato de alejarme de personas con actitudes dañinas o de mensajes grupales tóxicos. Siento muy en el fondo de mi corazón que la humanidad se está poniendo a prueba, albergo esperanzas de que todo esto lo superemos cuanto antes y salgamos de nuestro encierro con una pizca más de empatía hacia lo esencial de nosotros como individuos y sociedad. Se dice que en las situaciones límite las personas luminosas buscan soluciones; las grises, en cambio, se lanzan a la caza de culpables.

Cualquiera que se pasee por la prensa de medio mundo, y no hay nada más fácil en los tiempos que corren, comprobará que en todos los países ocurren situaciones similares. Nadie estaba preparado suficientemente para este virus. No hay más que mirar el desbordamiento de los hospitales en Francia, la falta de respiradores en Estados Unidos, las palabras tragadas por Boris Johnson o el indigno de Bolsonaro.

Se acusa a nuestros gobernantes de improvisar. ¡Menos mal que improvisan! ¿O es que algún partido político tenía en su programa electoral la lucha contra pandemias de virus desconocidos? No queda más que ir improvisando medidas en base a las recomendaciones de los científicos, que no dudo que ofrecen lo mejor de ellos estos días para acertar en el diagnóstico. Ahora toca vigilar que lo decidido es coherente y se aplica de la mejor manera. Ya vendrá el tiempo de rendir cuentas. Siempre ocurre en democracia.

Ayer, sin embargo, apareció una señora de Vox de apellido Olano para acusar al Gobierno de estar ejerciendo una eutanasia masiva, por la vía de los hechos, a nuestros ancianos.

A esta mujer no habría que denunciarla por delito de odio, sino por delito de maldad. Y si no existe, hay que cambiar el código penal.

sábado, abril 11, 2020

Vértigo

Escribir regularmente me permite contemplarme con el paso del tiempo. En lo fundamental me encuentro coherente, pero hay una línea punteada que atraviesa mis escritos que me despista, una suerte de cambio de piel, menos sensible al exterior, más protectora de lo íntimo; no en cuanto a que no quiera mostrar cómo soy. No es cuestión de pudores, sino de intereses. La felicidad, creo que a mi pesar, va viniendo más de dentro que de fuera. No hablo de mi círculo íntimo, ni siquiera de la gente que me rodea. De todo el que está a mi lado presumo, todos me reconfortan. Hablo, tal vez, de las grandes palabras que definen al mundo, al hombre, a la sociedad, las banderas, los discursos, el futuro común. Puede ser que los años vayan confirmando sigilosamente en mí, sin mi permiso, una cierta frustración a que sea posible cambiar realmente nuestro destino.Sea cierto o erróneo, la idea me duele. He leído tanto, he reflexionado tanto, he puesto tantas expectativas en todo... Que ahora la felicidad la encuentro en mi mundo, el pequeño, el que se llena de nombres y apellidos, de caras conocidas y cercanas, de sonidos que conozco, de paisajes que paseo. En mi música, mis libros, el ordenador con el que me enfrento a diario para expulsar mis miedos y mis ilusiones, ésas que no quiero perder muy a pesar de esa serpiente de piel dura en que me estoy transformando sin yo quererlo.

domingo, abril 05, 2020

Estado

Qué mal ha sonado siempre este 'palabro': Estado. A muchos les sonaba arcaico, comunista, torticero, corrupto, invasivo, castrador, casposo...

Al hombre hay que dejarle libre en su individualidad. Que emprenda, que produzca, que cree, que invente... El Estado es la carga que todo lo quiere vampirizar, el que cercena y quita los recursos, la piedra que cualquier persona brillante tiene en los zapatos, la roca con la que todo currante tiene que cargar.

¡Cuántos liberales no han soñado con un país libre de Estado! Donde cada uno se pague su seguro sanitario privado, donde los impuestos se reduzcan al mínimo; un país sin subsidios ni ayudas. Ni 'paguitas'. Un país sólo de banderas. Que cada uno se curre su propio camino. ¡Que se mueran los feos!

Ahora viene un bicho diminuto y todos andan corriendo, empujando al de al lado, al grito de '¡a mí el Estado!', como cuando de pequeños venía la ola gigantesca en la playa y salíamos aterrorizados vociferando '¡Mamá!'