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martes, noviembre 12, 2024

Roma

Roma me desborda de belleza.

Suena tan cursi como lo es en realidad, pero no hay que acomplejarse de expresar lo que uno siente, y a mí, esta ciudad, tras decenas de kilómetros recorridos en todas las direcciones posibles, me resulta arrebatadora.

Es una cura terapéutica, porque a determinadas edades uno cree que va menguando la disposición a la emoción, que uno empieza a estar de vuelta de todo, sin embargo uno llega aquí y se da de bruces con la grandeza del hombre para construir belleza.

Con mucha sangre por medio, sí, con intolerancias, envidias, saqueos, guerras, epidemias y persecuciones.

En Roma todo eso se mete en una minipimer y te encuentras con algo que supera las expectativas de cualquier persona que se considere sensible.

Hay momentos, ¡muchos!, en que te reconcilias con el ser humano. ¡Hemos sabido crear algo así!

lunes, noviembre 21, 2022

Bisexualidad

Si hay una tendencia maldita, ésa es la de la bisexualidad.

Porque la gente no se la cree y no hay mayor estigma que resultar una persona poco de fiar. 

El grado de salud moral de una sociedad se gradúa en función de cómo trate a las minorías. Cuanto más pequeña sea ésta y mejor esté integrada, más sana es la convivencia colectiva. A nivel racial, sexual o religioso, todos cuentan. En cuanto dejamos a alguien atrás, algo se pudre.

Basta con echar un vistazo al mapamundi para darse uno cuenta de que aquéllos lugares de religión obligatoria y condena al homosexual son los más pobres a nivel moral y democrático.

El bisexual no está del todo integrado ni en los países más avanzados, porque la gente es del blanco o el negro. Ya que no eres heterosexual, ok, tolero que seas homosexual. Tolerar, verbo horroroso con este uso. Pero no me vengas con patrañas de que te gusta la carne y el pescado. No me líes. Demasiado moderno soy ya.

Yo, que sólo siento atracción física por los hombres, reivindico esa tendencia. El que te exciten las mujeres y los hombres. No imagino sexualidad más rica que la de no tener ninguna cortapisa para enamorarte de otro ser humano.

A mí me hubiese encantado, ya desde joven, haber podido comerle la boca a aquel o aquélla que me conquistara con su conversación, sin importar cómo fuesen sus genitales. Poderle quitar la ropa, tumbarme a su lado, tocar y dejarme tocar, sin tapujos ni fronteras. Amar a la persona y llegar a la cumbre por ser como es por dentro y por volverme loco lo de fuera.

sábado, septiembre 24, 2022

Irán

—Estoy cansada, Salvador.

Me había pedido que nos colocásemos en la mesa del fondo, pegada a la pared, con dos compañeros franceses a nuestro lado que hicieran de barrera para poder hablar con libertad.

Yo había llegado a Teherán un par de días antes. La ciudad estaba nevada, por lo que el vuelo se retrasó. Ella, desde la distancia, fue organizando todo para facilitar las gestiones aduaneras, el transporte al hotel, la visita a las fábricas.

Ingeniera muy cualificada, era ella quien dirigía a un equipo de técnicos, que la respetaban.

—Con mi sueldo mantengo a mi familia —me explicó—. Me da miedo que en cualquier momento la cosa se complique y me frenen mi carrera profesional por ser mujer.

A mí me había impresionado el país ya desde el momento en el que pisé el aeropuerto. Con esas mujeres de negro riguroso a las que se les veía sólo los ojos, sentadas en la cinta de recogida de equipajes. 

En mi semana de trabajo allí, no vi a una sola de ellas sin velo.

—Es la ley islámica, Salvador. Es un delito no llevarlo.

Le pregunté si no querría trabajar fuera de Irán y abrió los ojos grandes para decirme que sí.

—En este país todo está dominado por la religión y las mujeres no somos nadie.

No olvidaré esa mesa, la conversación y aquellos ojos grandes, tristes, enrabietados, con ganas de vivir.