La ejemplaridad es una palabra tremenda que es difícil de llenar con contenido.
Dejando a un lado al abuelo, no hay más que mirar a los hijos de la infanta Elena para darse cuenta de lo torpes que han sido históricamente los Borbones.
De habernos regido por una ley no machista, sería a Froilán a quien le correspondería heredar el trono de España, al rey de las discotecas y de los mojitos. Pero, de no haber sido él, le hubiera tocado en suerte a Victoria Federica, cuyo único oficio conocido, como bien relata Elvira Lindo, es vivir del cuento.
Un nuevo Fernando VII u otra Isabel II.
Escuchando algunos audios uno entiende que no se criaron en un ambiente propicio para construir personalidades sanas, ya no digo ejemplares.
La única persona sin sangre azul de la familia es la última esperanza de nuestra monarquía.