Que sepan encontrar, al mirar el mar, mucho más que una inmensidad de agua. Que puedan sentir, al visitar una catedral, los siglos de cada piedra. Que puedan percibir, al leer una novela, cómo el escritor vivió esos momentos de creación.
Por la vida se puede pasar, y tanto que sí, con las gafas de cerca siempre puestas. Tal vez, diría, que se es más feliz. Limitarse a ver lentejas donde hay lentejas y disfrutar de una canción por el simple gustirrinín de mover los pies.
A mí, en cambio, me gusta tirarlas al suelo y explorar cada significado, los orígenes de las cosas, las personas que hay detrás, el porqué de nuestro presente, seguir el hilo de mi imaginación para emocionarme con cosas nimias en apariencia.
La vida es más fácil sin pensarla, al calorcito de lo que siempre ha sido así, pero cuando rascas, aunque se te rompan las uñas, descubres la ventaja que tenemos de haber nacido con tantas capacidades inmateriales como tenemos los humanos.
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