Sí, tenemos ese poder.
Cuando eres consciente de esos momentos puntuales de tu trayectoria vital, te sientes parte del mundo. Haber conseguido modificar el trazo de lo previsto es una manera de coger valor para con uno mismo.
Una de esas ocasiones fue para mí la de que dos amigos se conocieran, gracias a que un día de hace diez años yo los junté en una librería para verme presentar una novela. Ellos vivían a miles de kilómetros de distancia y yo tenía dos hilos, que me unían a cada uno de ellos.
Ese día, sin ser consciente, hice un nudo entre los dos extremos, me fui a casa y la magia funcionó.
Cada vez que quedo con ellos, hay algún momento en el que abro los pulmones y me siento parte activa del mundo.
Sí, tenemos ese poder.
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