A vivir se aprende viviendo.
No valen las regañinas de los padres, ni las advertencias de los desenamorados, ni los dolores del enfermo mientras no te hayan dolido a ti.
Todo se descubre como en un túnel que va abriéndose a nuestro paso, que nos hace imaginar qué habrá allí, a lo lejos, qué será esa luz, de dónde vendrá ese ruido, por qué huele a lo que huele.
No. No vale que te lo cuenten.
Tienes que sentirlo tú.
Y es maravilloso y dolorosísimo encontrar el amor, conocer la enfermedad, enfrentarte a los muertos, los tuyos, no los de los otros, disfruta r de tus logros, no el del héroe de esa película que acabas de ver..
De pronto una luz intensa alumbra el túnel y te das cuenta de lo impresionante que resulta vivir.
Terrorífico y maravilloso
Y te toca gestionarlo a ti.
Y querrás advertirle a otros que por ahí te hiciste daño, que por allá se vive mejor, que cuidado con confiarse mucho, que mejor...
Y se caen donde caíste tú.
Y entonces miras hacia atrás y echas una sonrisa a tus padres, al desenamorado, al enfermo.
A ese amor que se fue.
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