A fin de cuentas, es el tamiz que uno pone el que consigue llevar a tu corazón aquello que tú ves, no lo que se supone que tienes que ver, de ahí que haya mucho 'loco' que es feliz, porque en su locura construye un mundo paralelo que no es menos cierto que el mundo real, porque es el que él vive.
La libertad no es sólo decir o hacer lo que a uno le venga en gana, es también ver el espacio que nos rodea con las gafas que queramos utilizar.
A mí me da igual que me digan que de eso no me puedo reír o que ese tío es un impresentable, mientras no lo vea yo.
No quiero que me teledirijan hacia una realidad deformada, que quizás sea la real, pero que yo consigo enderezar con mi capacidad para ver el mundo que yo deseo.
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