Quien no pisotea con la energía de los invencibles acaba ganando la confianza de los que le rodean.
Y digo que es de listos porque se consigue mucho cuando se muestran las debilidades propias, cuando se usa la sinceridad como arma de comunicación y se ofrece la mano a quien lo necesita.
Al mostrarte desnudo de artificios, el otro empatiza contigo con facilidad.
Una persona que deja hablar, que reconoce errores, que opina sin tapujos, que actúa sin dobles intenciones acaba convirtiéndose en todo un lujo, humano, accesible y de fiar.
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