Yo, a veces, me independizaría de España, si no fuera porque la quiero tanto. Un país en eterna pelea consigo mismo, experto en buscar problemas donde no los hay y en dejar sin resolver aquéllos que sí nos desbordan.
Tenemos tanto potencial, a nivel de talento, de pasión por la vida, de condiciones climáticas, de historia, mezcla de culturas, situación geográfica, referentes, belleza, saber vivir.
Nos tiramos los trastos a la cabeza por la mínima. Ya no es ser de izquierdas o derechas, de Madrid o Barcelona, es cuestión de querernos, de quererse, de ver que podríamos ser la envidia del planeta y no dejamos de ser uno más de entre otros tantos.
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