Hacer una obra es poner todo patas arriba. Tuvimos que dejar la casa por un tiempo y reagrupar todo para protegerlo con plásticos.
Cuando nos la entregaron, por fin, nos dimos cuenta de la infinidad de cosas que teníamos que no servían para nada. Empiezas por una punta y terminas por la otra llenando bolsas de basura. Fran tiende a darle vueltas a cada objeto, yo, en cambio, lo tiro.
Lo tiro todo en cuanto tengo dudas, si veo que no lo uso, que no me acuerdo, que no sé dónde meterlo, que no voy a utilizarlo en el futuro inmediato. ¡A la basura!
Queda una casa muy despejada, mucho más habitable y te ocuparás con más esmero de lo que salvaste de la quema.
Igual deberíamos hacer con nosotros mismos, con la gente que nos rodea, con las cosas que nos preocupan. Todo lo que no sirve, lo que no nos aporte, lo que nos haga sentir mal ¡a la basura! Sin miramientos. Tu corazón acaba mucho más relajado.
Pasamos demasiado tiempo atrapados en nuestros trastos interiores.
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