Aunque todos somos animales, hay quien nace con la maldición de un apetito sexual desbocado.
Tengo en mente un par de compañeros de bachillerato que no hablaban de otra cosa y me gustaría saber, a día de hoy, dónde están.
A todos nos gusta el sexo, pero cuando éste se pone por encima de cualquier cosa todo se desequilibra, a no ser que o bien encuentres a tu media naranja con la misma obsesión por estar todo el día copulando, o consigas llevar una vida equilibrada yendo de aquí para allá, saltando de flor en flor.
No envidio a quienes lo tienen como la primera de sus prioridades, por mucha fascinación que eso pueda provocar a mucha gente.
Saber retener, encontrar los momentos, respetar las apetencias de los otros son, a mi entender, cualidades de una persona serena con mucho más atractivo personal, consiguiendo que el sexo, sin dejar de ser animal, se haga más humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario