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miércoles, noviembre 09, 2022

María Emilia

María Emilia se fue ayer de Sevilla.

Tras pasar sus días propios de duelo, compartir con nosotros unas tapas y muchas risas, María Emilia se volvió a Estocolmo.

Exiliada en Suecia de la desaparecida y terrible dictadura uruguaya, tras un período de cárcel en su país, consiguió formar una familia en tierras escandinavas, donde ha pasado más de media vida.

A su hija pequeña le dio en su juventud por estudiar danza, empezó por bailes tribales hasta que se topó con el flamenco. Se vino a vivir a Sevilla para formarse y arrastró, en su periplo, a su hermano. Los dos únicos hijos de María Emilia.

Sofía, la niña, volvió a Suecia y ahora es una afamada bailarina de flamenco y danza contemporánea. Felipe, el mayor, se quedó en Sevilla. Apasionado de la música, participaba en programas de radio y montó un pequeño estudio en su apartamento. Se hizo querer.

Lo doloroso es que Felipe nació con un problema cardíaco. Ya en Sevilla, la cosa se fue complicando. Su madre lo acompañaba a los hospitales, cuidaba de él. Hace unos años, con treinta y tantos, el corazón de Felipe no pudo más.

María Emilia pasó una temporada dolorosa, sola, en el apartamento vacío de su hijo. Fue por esa época en que la conocí. Vital, ilustrada, divertida, trabajadora, ella nos abdujo, a mí y a muchos, con su tremenda sensibilidad.

Ahora, a sus 71 años, vive entre Montevideo y Estocolmo. De vez en cuando, aparece por sorpresa en Sevilla. Se la pasea recordando los lugares en los que su hijo Felipe fue feliz.

Qué potencia de mujer, cuánta bondad, qué fortaleza. Si el mundo estuviera lleno de personas como María Emilia otro gallo nos cantaría.

Ayer se nos volvió a ir.

Luego me preguntan de dónde saco personajes tan interesantes para mis novelas.

Me los regala la vida.

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