Si tiraba de una tarjeta para comprarme algo ya pensaba lo feliz que me haría, pero cuando me la rechazaban por falta de saldo me alegraba de no gastar el dinero.
Todo me venía bien.
Todo me viene bien.
Si llamo a alguien para cenar ya pienso en lo bien que me lo voy a pasar, si me dice que no puede me relamo pensando en lo a gusto que voy a estar en casa viendo una peli.
Que mi jefe me encarga realizar una presentación de los últimos avances en algún trabajo, me pongo como un pavo real. Si, en el último momento, se suspende me digo que de buenas me he librado.
Cuando a uno todo le vale se hace casi inmortal.
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