Fran y yo somos tan diferentes que necesitamos nuestros espacios de libertad, que funcionan porque los respetamos. Es más, se convierte en una de las claves de nuestro amor. Sabemos ponernos en la piel del otro, proteger ese lugar donde la pareja se siente calentita, hacer por que nada perturbe su mundo cuando lo ves disfrutando en él.
Hay veces, también, en la que tenemos que hacer concesiones. Sitios, actividades o personas que no nos apetecen mucho, pero que entendemos que son importantes para la persona con la que compartes tu vida.
Entonces, cuando llega ese momento, yo siempre respondo:
—Yo, estando contigo...
Dando por hecho que, a pesar de mi falta de entusiasmo, allí estaré con él.
Cuando soy yo el que propongo alguna movida de las mías, él me responde con guasa.
—Sí, amor mío, lo que tú digas.
Y nos reímos.
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