Llegó un momento, sin embargo, en que me cansé. Porque agota decir, con educación, que no necesito ninguna tarjeta de crédito, ni cambiar de compañía de móvil, ni un seguro de vida.
Es molesto que utilicen tácticas de dudosa ética para introducirse en tu intimidad y pedirte, con una insistencia rayana con el acoso, que les compres lo que te ofrecen.
—Pero escuche lo que le ofrezco.
—Escúcheme usted. No necesito nada.
No todo vale. Que se dé empleo de tan poca calidad. Que tomen tu teléfono sin tu permiso. A todas horas.
Sí. La ambición del sistema busca siempre los resquicios para hacer las cosas mal
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