En ese final de un nuevo día agotador, cuando intento llegar al final del capítulo y las fuerzas no dan para más. Se van cerrando los ojos, te fallan las manos y ¡plaf! Novelazo en la cara para medio despertarte, dándote un plus de energía que muchas veces no da para alcanzar a terminar el párrafo en cuestión.
En muchas ocasiones el porrazo viene seguido de una carcajada. De Fran, claro.
En todo caso, producen los mejores sueños, porque enlazas sin solución de continuidad el mundo de la ficción con el onírico y entras en esa nueva dimensión, tan necesaria, con el cuerpo entregado a todo lo que no es tu realidad diaria.
Novelazo y a dormir.
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