Noches calurosas de ventanas abiertas en las que me levanto para amamantarme de agua fresca de la nevera para serenar las neuronas y volver al sueño de lo cotidiano.
Ya he conseguido descontrolar a Maru con una encrucijada tal de estímulos personales, que ahora es ella quien revoluciona mi vida para decir, como el feto dando patadas en la barriga, aquí estoy yo. Ya me tienes contigo y voy a liarla.
Es entonces cuando una brisa fresca me hace cerrar la ventana, buscar a tientas el edredón e intentar protegerme del asalto de mis personajes de ficción, como si yo fuera víctima y no culpable.
Es maravilloso el proceso de creación.
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