La pena es que no están ahora que me van bien y podemos disfrutarnos.
Sí, hay a quienes les seduce lo trágico, quienes se vuelcan con el enfermo, los que empatizan con la desgracia.
Le cuentas lo feliz que estás y te miran con ojos transparentes. Les insinúas que no te va tan bien y enfocan, como un resorte, las pupilas.
Son gente buena que retozan como niños en el dolor.
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