Si fuéramos sabedores de los beneficios que conlleva ese hábito al hablar, lo usaríamos más a menudo.
Primero por implicar humildad, la que proviene de no sentar cátedra con cada uno de tus pensamientos lanzados al aire.
Segundo, por pura inteligencia emocional. Cuando uno categoriza sobre algo, cierra las puertas al otro a expresarse con total libertad.
Tercero, por ganar en credibilidad. La duda es la más certeras de las posiciones, porque existen pocas verdades absolutas.
'Pienso que las cosas son así' es mucho más sano que decir 'las cosas son así'.
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