Se dice que ofende quien puede, pero incluso ante esos que buscan el daño ajeno se les puede hacer frente con una sonrisa.
Me contaba hace unos días la dueña de uno de nuestros restaurantes favoritos que recibió un comentario ofensivo de un conocido, ya octogenario.
—Estás mucho más gorda.
Ella reaccionó con arte, sin abandonar el buen gesto.
—Es verdad, pero aún me queda para estar como tu hija.
Hay veces que se disfruta pagando con la propia medicina.
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