Lo que ocurre es que el más lento no pone en peligro su vida, sino las de los demás. Cuando ves una carretera bloqueada por alguien que va a 50 cuando el límite es de 90, compruebas que ese conductor obliga a todos los que están detrás a realizar adelantamientos que, muchas veces, rozan las condiciones de seguridad.
Así va mucha gente por la vida, con apariencia de prudente, sin importarle cómo afecte su comportamiento a los demás. Personas que solo piensan en su propio confort y, a los demás, que les den.
Esos que envenenan las relaciones con sutilezas y luego se hacen los sorprendidos cuando las relaciones se pudren.
Me asustan mucho los suavones.
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