Sé que estuve en el Vaticano, sé que me impresionó, pero lo sé porque me consta que estuve, ya que aparece en mí como un recuerdo robado.
Me ocurre con determinados paisajes, personas o situaciones, que sé que los visité, las encontré, me ocurrieron, y al mismo tiempo no se instalaron en mi corazón, puede que porque mi cabeza estuviera en otras cosas que me perturbaban.
Sueño con volver a esas conversaciones que no me emocionaron siendo emocionantes, a ese inmenso Vaticano que vi pequeñito porque yo, ese día, estaba pequeñito, recuperar personas que sé que valían mucho y con las que no supe conectar, recorrer de nuevo Bolivia sin los miedos con los que la recorrí, abrazar con fuerza a aquellos que quisieron quererme y encontraron en mí un trozo de hielo a punto de derretir.
Plantarme allí y decir, perdón, esa era una persona que nunca quise ser.
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