Sin malas intenciones, hay pocas cosas que me martiricen de mi comportamiento ni que me hagan perder el sueño.
Me niego a exigirme tanto como siempre solía hacer, cuando llegaba a convertirme en un esclavo de mí mismo.
Vivir es equivocarse. Cuanto más tardamos en entenderlo más infelices somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario