Cuando estoy falto de inspiración, leo novela, y siempre encuentro la salida al laberinto, porque no hay como la ficción para alimentar a la ficción.
Para los que amamos
la literatura, las historias que se cuentan en un libro no son artificios, sino
que detrás de ellas hay vida, desde el momento en el que una persona ha ocupado
una gran parte de su tiempo, y de su esfuerzo, en poner en pie un conglomerado
de personajes a los que ha dado el soplo de la vida con el que están bendecidos
los escritores.
Así, cuando
quiero ausentarme del mundo que me rodea y entrar, como Alicia, al otro lado
del espejo, no tengo más que ir a mi biblioteca, alargar el brazo y decidí en
qué lugar del mundo, y de los tiempos, me voy a perder sin que nadie sepa que
no estoy aquí.
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