Esos que piensan que hay una relación directa entre querer y poder, los que no admiten la fuerza de lo casual, ni las debilidades ajenas, ni los condicionantes que hacen de mucha gente personas desdichadas.
Es precisamente cuando estás en lo alto de la ola cuando debes mirar con mayor humildad al mundo, porque de la ola uno siempre se cae, antes o después, y entonces entenderás, cuando vuelvas donde los mortales, que muchos no supieron subir ahí arriba por más que lo intentaron.
Nuestra sociedad se llena de discursos de odio porque está llena de egos. Si a mí me va bien es por mí, si me va mal la culpa es de los demás.
De ahí que cuando uno triunfa no quiere saber nada del resto del mundo.
Pero el resto del mundo está ahí, siempre lo estuvo, buscando el camino para progresar, aunque sean dos pasos, por mucho que vean la ola a kilómetros de distancia. Hay quienes nacieron lejísimos de donde se permite triunfar, de ese lugar donde los poderosos dan zapatazos a los que pretenden llegar.
Despreciar al débil, al pobre, al fracasado, al torpe es despreciarnos a nosotros mismos antes o después.
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