—¿Tomamos por Aragón o por Litoral?
—Por Aragón —respondió
Fran, sin un atisbo de duda.
Íbamos dirección Plaza de
España y yo lo miré con ojos de sorpresa. Ninguno de los dos conocemos Palma de
Mallorca lo suficiente como para saber por dónde nos convenía que tomara el
taxi.
Su respuesta gestual
hacia mí, la de Fran, lo decía todo. Si dudamos, me hacía ver, tirará por el
camino más largo. Suele ser la táctica de algunos taxistas para saber cómo de
bien conocen el terreno sus clientes, hacer una pregunta de tanteo.
Me divierte la seguridad
con la que Fran se maneja.
Así que tomamos por
Aragón. La ciudad estaba llena de vida. Es precioso cuando viajas por lugares
que apenas conoces, porque todo sorprende, a todo prestas atención, los carteles
con conciertos, las viejas paseando, los chavales en sus patinetes, los puestos
de flores.
—¿Dónde les dejo? —Nos
preguntó.
—En la Plaza de España —respondió
Fran, contundente.
El taxista frenó y se
giró hacia nosotros, descubiertos en el último momento del trayecto. Comprendió
que no teníamos ni idea de dónde estábamos ni por dónde veníamos.
—Esto es la Plaza de
España, señores. Les pregunto que en qué zona les dejo…
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