Que no se tenga que explicar lo que se quiso decir, lo que se pintó, lo que se filmó.
Uno de los factores que dan el marchamo de calidad a un libro o a una fotografía es lo que te remueve por dentro sin que tú lo controles. Atravesar esa barrera de lo tangible para golpearte en las emociones.
A mí me gusta que las propuestas culturales me consideren inteligente, como receptor de lo que se me ofrece, no quiero que me lo den masticado, sino que me dejen participar.
Ésa es la clave del arte, que el que observe se sienta interpelado. Partícipe. Importante.
Que crezca.
Muchas veces despreciamos la cultura como algo superfluo, que no da de comer. Los gobiernos prescinden de ella a la primera ocasión en la que tienen que hacer recortes.
Quizás porque saben que un buen libro no da de comer, pero sí hace pensar y empodera a quien lo lee.
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