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viernes, abril 15, 2022

Saliva

Cuando nos quedábamos dormidos en cualquier postura en el sofá del salón de la casa de mi abuela, algunas veces se nos quedaban las manos insensibles de haberlas aprisionado.

Ella tenía el remedio.

Mojáis el dedo en saliva y os hacéis una cruz en la mano que tengáis dormida.

Yo aún hay días en los que me levanto con esa sensación de brazo muerto y me viene de inmediato su imagen a la cabeza. Meto el dedo en la boca y me hago la cruz.

Es probable que sin hacerlo se recuperase igual el movimiento, pero me gusta pensar en la magia de las verdades de mi abuela.

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