Serviciales y humildes, estamos rodeados de latinoamericanos que vinieron a realizar trabajos para los que no había suficiente mano de obra. Sin levantar la voz, fueron integrándose en nuestras vidas, hasta el punto de que es difícil que no tengamos todos algún ecuatoriano, peruano u hondureño en el entorno más cercano.
No encuentro profesión más digna que atender a las personas de la tercera edad, pero sueño con verlos pronto presentando telediarios, dando clases en la universidad, montando empresas de éxito, inventando aplicaciones de móvil, con ese acento dulce de nuestro castellano tamizado por un océano de ida y vuelta.
Nuestra sociedad necesita que se hagan fuertes, que se den a valer, que nos demuestren sus capacidades, algo que llegará antes que después, para así quitar argumentos a los que piensan que sólo se puede ser español teniendo la piel blanca.
Quiero un país de todos y ellos nos harán más grandes como pueblo, porque la mezcla, no me cabe la menor duda, es la clave del éxito de la humanidad.
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