Tener mano izquierda mucha veces consiste en comprender esta simple frase, que no es sino lo que ahora se viene a denominar inteligencia emocional. Saber que tu estado de ánimo actual es tuyo en exclusiva.
Quienes hemos pasado por experiencias traumáticas de muy jóvenes solemos tener ventaja para apreciar ese detalle, porque un día nos dimos cuenta de que nuestro mundo se derrumbó sin compasión y la vida seguía como si nada.
El planeta rodaba, los días eran azules y tú eras un trapo.
Esa prueba de fuego es un aprendizaje que no tiene precio, no hacen falta universidades ni grandes maestros que te expliquen que la vida se despliega de forma unitaria, que mientras tú celebras estar bien en tu piel hay quien se hunde por darse cuenta de lo contrario.
Es por eso que no hay que dar nunca por supuesto el estado anímico en quien te importa, sino tener los sentidos bien sintonizados para estar al loro de qué se cuece a ese otro lado.
Se gana mucho cuando se camina con el alma dispuesta.
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