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sábado, diciembre 26, 2020

Prensa

Salvo en regímenes dictatoriales, la prensa te hace más libre.

Es un ejercicio sanísimo que hay que saber practicar. No todo se puede leer a diario. Hay que encontrar métodos para llegar a los puntos clave que hacen de la narración periodística una lección vital diaria. Es una poción mágica que te sincroniza con el mundo a tu propio ritmo, que te dice dónde estás, cómo evoluciona nuestra sociedad, que peligros la acechan, cuáles son las esperanzas de futuro.

La prensa te permite llevar tú el ritmo, ir hacia delante y hacia atrás, parar y volver. Releer. Enmarcar. Pararte y suspirar.

Es a la tele como la novela al cine. Tú decides el ritmo, no vas detrás. La tienes entre tus manos.

La buena prensa te abre la mente para que tú razones, te expone con una visión prismática las múltiples realidades de un mismo conflicto. Te alerta de lo que podemos llegar a ser.

Te hace más sabio.

Salvo la bondad, no encuentro cualidad más potente que la sabiduría.

Internet, además, nos proporciona el placer de acudir a diversas fuentes, idiomas, países, ciudades. Leer artículos de opinión de grandes intelectuales sin salir de casa. A veces no somos conscientes de la grandeza de esa oferta tan barata.

La prensa te permite saltarte los sucesos, los deportes, la crónica social, las paparruchadas de algún político nefasto. Porque está en ti pasar página y obviar.

Sí, podemos abstraernos de todo, del mundo que nos rodea, del tiempo en que vivimos. Es una opción tan plausible como cualquier otra. Puede darnos igual qué ocurre en Perú, en Soria, en los hospitales, en el Elíseo, quién gana un Nobel, cómo es de grande la luna. Podemos elegir ser sólo de los nuestros, del minúsculo terruño en que nacimos y de las personas que podemos tocar.

Yo no. Yo siento que estoy ahí dentro. Yo quiero desayunar cada día con ella. Dedicarle mis cafés. Aprovechar el don de la capacidad de abstracción con que hemos sido regalados. Sentirme ciudadano del mundo. Envolverme en lo que del ser humano, sus miserias y grandezas, me quieran contar a mí.

Mis pulmones se abren al viajar, por las mañanas, a las entrañas del periódico, fugaz, de cada día.

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