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domingo, diciembre 13, 2020

Brecha

Grité ¡Gol! y me abrí la cabeza.

Estás colgado gritó mi hermano David, sevillista. El Betis te va a matar.

Me lio una toalla de baño en la cabeza, que sangraba a chorros.

¿Dónde te llevo?

Al Hospital Militar, supongo.

Yo, con más años que un bosque, estaba haciendo la mili. Había pedido prórrogas para terminar la carrera de Ingeniería y empecé la instrucción en el cuartel de Caballería cuando ya sólo me quedaba el proyecto Fin de Carrera para terminar.

Tomamos la motocicleta y tiramos hacia el hospital. Dejamos la casa encendida, con los nervios, con todos los interruptores ensangrentados, sin pensar que mi padre estaba a punto de llegar y se iba a llevar el susto de su vida.

Mi padre, sevillista, transigió en que la familia materna me sacara el carnet del Betis antes incluso de bautizarme. Era el primer nieto varón y había que defender el castillo.

¿Quién aporrea la puerta? preguntó el médico cuando salía de la sala donde me hicieron el TAC de cabeza.

Me temo que mi padre contesté.

Me pusieron no sé cuantas grapas y me indicaron que al día siguiente, con el toque de corneta, explicara en el cuartel lo que me había ocurrido.

¡Si alguien necesita botiquín que dé un paso al frente! gritó el capitán a las siete de la mañana, con todos los reclutas en formación.

Si normalmente siempre había dos o tres con gripe, ese día el paso adelante sólo lo di yo.

¡¿Qué le pasa a usted?!

¡Que me he abierto la cabeza, capitán!

¡¿Con qué se ha abierto usted la cabeza?!

¡Con el quicio de una puerta, capitán!

Comenzó el murmullo.

¡¿Por qué se golpeó con el quicio de la puerta en la cabeza?!

¡Porque el Betis le marcó al Barcelona, capitán!

Afortunadamente el capitán era bético.

¡Es usted un héroe de guerra!

Me llevé toda la mañana bajando la cabeza y enseñándola a coroneles y tenientes-coroneles. A falta de operaciones especiales, ése era el mayor trofeo para el capitán en tiempo de paz.

Cuando terminó el paseíllo por los despachos de los oficiales, el capitán me llevó a su despacho.

Recluta, dígame algo que pueda hacer por usted.

Capitán, me vendría muy bien tener las tardes libres para terminar mi proyecto Fin de Carrera.

Es usted un cabrón protestó.

Pero me lo concedió. 

Si ya era verde mi corazón...








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