¿Qué han vivido en sus casas esos que imitan el sonido de un mono cuando ven a un negro?
¡Es tan grave!
No vale con esconder la cabeza, sino mirar de frente y resolver. Al primer grito racista, se para el partido. Al segundo, se cierra el campo.
Los mezquinos solo entienden el castigo para cambiar.
Se refugian en el anonimato, en la masa, para vociferar insultos que no tienen que ver sino con el color de piel de un futbolista.
¡Es tan miserable!
Amar a un país no es ponerse banderitas en la muñeca, amarlo es ser intransigente con quienes fomentan el odio al otro.
Hay una parte muy fea de España en esos desgraciados. No vale mirar para otro lado, queremos medidas drásticas contra todo mensaje que diga, insinúe o deslice que el color de piel es un motivo para discriminar.
No soy un santo para querer ser negro y poder probar en mi cuerpo lo que supone nacer así, pero sí tengo claro en qué tipo de blanco nunca me querría convertir.
Somos muchos más los que os queremos. Iguales, dignos y orgullosos.
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