Si la tarea requiere un componente importante de concentración, el que te bombardeen a mensajes, emails o llamadas no favorece el que desarrolles mejor tus tareas.
Hay que imponerse métodos para salir de esa dinámica perversa, como apartar el teléfono, quitarle el sonido, bloquear la agenda, no mirar los correos más que en determinados momentos, así como respetar los tiempos en los otros. Si no es fundamental una cuestión, no distraigas para obtener una cifra que o bien no te corre prisa, o puedes obtenerla por ti mismo con algo más de esfuerzo.
Todo eso no quita para que, cada vez que alguien me contacta con una urgencia a través del chat de la empresa, trate de actuar con señorío.
—Perdona que te moleste, Salva.
Yo me salgo del tema en el que esté, para responderle, siempre:
—Tú no me molestas nunca.
Y lo escucho con atención.
A ese compañero ya lo tengo ganado para el futuro.
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