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sábado, mayo 06, 2023

Coronación

¡Qué hermoso y qué anacrónico!

Qué desconectado de la realidad de las cosas, de las gentes.

Liturgia de coronación para conectar al rey con Dios, en los tiempos que corren. Suena ridículo y majestuoso. Roza lo cómico y lo dramático. Esperpéntico. Colosal.

Esa hilera de obispos enfundados en túnicas de colores con caras de sabueso, a la espera del momentazo en el que tienen que bendecir con su palabra la sabiduría del representante en la tierra de la iglesia anglicana.

Ese Carlos III con cara de póquer, con su pensamiento oscilando, seguro, entre la mamarrachada de su indumentaria y la grandeza de sentirse heredero de una tradición milenaria.

No sé si a la monarquía le viene bien que se retransmita a los cuatro vientos lo alejada que está del pueblo, a sabiendas de que hay una parte del pueblo que idolatra ese juego de tronos.

Hace siglos, eso no lo veía la plebe. Hoy lo ven por televisión mientras se preparan una cerveza en la cocina. No creo que tarde el día en el que no se soporte tanta contradicción.

Ese hombre con esa corona de diamantes en la cabeza.

Esa ridícula majestuosidad.

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