Es una de las claves de nuestro éxito, que compartimos vida, mucha vida, pero mantenemos espacios independientes en los que el otro, simplemente, no quiere entrar.
Quizás representen la parte de nosotros que menos atrae al otro.
Los amores perfectos no sólo no existen, sino que son bombas de relojería si se pretenden vender como tales, porque siempre hay sensibilidades en las que no se coinciden, lugares en el otro donde no estamos cómodos.
Que estén prohibidos no está escrito en ningún lado, es una cuestión de tacto. Que no hagamos vida con ellos no significa que no nos interesemos por cómo les va. Porque lo que preocupa a Fran me preocupa a mí.
Es tan fácil como saber que si él me dice que va a cenar con Menganito o Fulanita yo ya sé que esa noche estaré feliz con un vinito tinto en casa, como un marqués, leyendo tanto como tengo por leer.
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