Esté mal o bien, voy todos los meses a su consulta. Conoce tan bien mi cuerpo que rápidamente percibe dónde están los puntos débiles y cuáles de mis habituales molestias van bien.
Siempre creativo, me programa ejercicios para hacer por mi cuenta. Para relajar la espalda miro de frente a mi dedo índice y, sin mover la cabeza, muevo la mano a un lado y otro hasta casi quedarme bizco. Para aligerar mis molestias con los gases me hago masajes fuertes por encima de las cejas, para quitar el estrés muevo la lengua en círculos y empujo las mejillas hacia los lados.
Tan integrados tengo esos movimientos que hay veces en las que no me percato de que haya gente mirando y comienzo mi función de mimos milagrosos para poner mi cuerpo en sintonía.
Habrá quien piense que voy a echar a volar.
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