Me llevo mal con la sangre.
Mi curiosidad, sin embargo, siempre está ahí, latente, a pesar de mi hipocondría, porque tiendo a tener todas las enfermedades que me explican.
Tengo la impresión de que somos unos analfabetos de nuestros propios cuerpos, como un tabú con el que convivimos desde pequeños. No se nos educa en el conocimiento de nuestro físico, cuando es con él con quien nos manejamos a diario. Esa sensación de que todos entendemos de todo sobre bases nada sólidas.
Podría utilizarse nuestro organismo como campo de enseñanza. Explicar la química, la física, las matemáticas a partir de nuestros intestinos, las bacterias, el sistema nervioso, las articulaciones, de forma que convivamos en armonía con nuestro más cercano hogar, aquel que nos acompaña siempre y del que tanto tememos saber por miedo a llevarnos sorpresas.
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