En uno de mis episodios de envidia mala juvenil, a mí me reventaba el hecho de que a uno de mis compañeros de universidad, amigo inseparable por entonces, ya le hubiesen puesto las llaves de un coche y un apartamento en la mano, recién terminada la carrera, .
Yo me decía que me tendría que llevar media vida trabajando para conseguir lo que él ya tenía, por el hecho de haber nacido en una familia muy bien posicionada económicamente.
Con el tiempo me di cuenta de que yo era el afortunado. Cuando compré mi primer Clío, me asomaba al balcón para verlo y me decía ¡es mío! Cuando entré por primera vez en el piso que compré tuve una sensación poderosa de orgullo conmigo mismo.
Sí, me queda media hipoteca.
La envidia es mala la tomes por donde la tomes, porque cada persona y sus circunstancias son un mundo.
Yo miro mi apartamento, tan bonito, y me digo 'esto me lo he currado yo'.
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