Estaba jugando con su nieto y otros amigos en la playa, en esos veranos eternos de nuestra infancia. Yo sé que tenía 11 años gracias a Google.
—¡Severiano ha ganado el British Open!
Las abuelas que yo conocía no eran así, no les interesaban cosas así, no hablaban inglés ni lo pronunciaban tan bien.
A mí me marcó esa escena. Esa elegancia, ese arrebato de pasión nacionalista, esa frase tan bien articulada mezclando dos idiomas.
Cuando fui creciendo a la vida, y el adjetivo 'pijo' se colaba en las conversaciones, la imagen de esa señora con bañadores de flores y gorro de baño, alta, de piel clara era la imagen máxima de lo pijo.
Hay adjetivos que resultan difíciles de definir y es necesaria una escena potente, como un flash que deslumbra tu pasado, para entender qué significan.
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