¿Qué es lo peor que me puede pasar?
Es una pregunta que me hago cuando estoy en un apuro y suele desactivar todas mis alarmas.
Si cierro la puerta con las llaves dentro, o no me da tiempo a preparar la presentación del día siguiente, o no tengo la cartera cuando tengo media compra hecha, o cuando se anuncia huelga de vuelos justo en el período que tienes organizadas tus vacaciones, o cuando me toca el peñazo de turno al lado en una cena.
Lo peor que puede pasar es nimio en relación a la alegría de sentirse vivo.
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