Nos falta vida contemplativa.
Estoy convencido de ello. De nuestra necesidad, como sociedad, de mirar durante un rato al día los paisajes, las gentes que nos rodean.
Nos iría mejor.
Hacerlo como ejercicio voluntario, cada cual a su manera, pero educarnos a parar sin más motivo que el disfrutarlo.
Llegamos a los sitios, echamos la foto y nos vamos. Para decir, para decirnos, que hemos estado allí. Sin pararnos a oler, a ver las hojas moverse, a sentir los colores.
Tal vez nos dé miedo enfrentarnos a nosotros mismos y por eso buscamos ruido, algo que mirar, algo que teclear.
Lo lento es precioso.
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