Contaba acerca del único accidente de circulación que he tenido. Íbamos por la sierra de Cádiz en dos coches, hacia una casa de campo que habíamos alquilado para un fin de semana largo. Yo conducía el segundo.
Lloviznaba.
En una curva, el que conducía Araceli se salió de la carretera.
—Lo que es el ser humano —expliqué yo—. Yo me salí justo detrás y no nos matamos de milagro.
—Así que no fuiste tú, sino el ser humano —ironizó mi amiga Carmen.
Tenía toda la razón. Cuando hacemos algo bueno, es mérito nuestro. Cuando nos pegamos un castañazo, la responsabilidad es del mundo mundial.
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