¡Nadie a quien poder llamar a cualquier hora del día!
Entonces me puse a hacer cuentas de cuántos tengo yo, de a cuáles le puedo aplicar la categoría de íntimos, e incluso a calcular cuántos tenía hace treinta años, cuando era un imberbe perdido en mis diatribas.
Sin duda, he ganado en amigos, en número y en calidad, pero ese juego mío no es limpio, porque estoy comparando a un adolescente encerrado en su habitación con el hombre social que soy hoy.
Si lo analizo con frialdad, entiendo ese estudio. Visto desde mi atalaya de observador de la sociedad en la que vivo, creo firmemente, a mi pesar, que la gente ha perdido mucho de contacto emocional, carnal, humano con sus semejantes. Sobre todo en los últimos tiempos.
Sustituimos abrazos por unos cuantos 'me gusta' y dos corazones.
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