A mí, desde luego, no me gusta, por mucho que en teoría diga que sí, que quiero mejorar como persona a través de tus comentarios.
Cosa diferente es la forma en la que te lo hagan ver, con cariño y sutileza.
Pues si a nosotros no nos gusta, es seguro que a los demás tampoco, por mucha razón que tengamos en nuestras críticas y buena intención al hacerlas.
Si queremos aconsejar, opinar o influir en la forma de ser de alguien a quien queramos, seamos ejemplares, empáticos y sensibles. No hay que dejar de hacerlo, pero sí hay que provocarlo para que suceda tal como nos gustaría que alguien nos dijera en qué les gustaría que fuésemos mejores.
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