Claro que esto de existir es una encerrona, desde el momento en el que admitimos que nos han metido en este circo sin preguntarnos y de que no podremos evitar la muerte. Es así de crudo.
Ante esto, soy de reivindicar una mirada infantil sobre nosotros y lo que nos rodea, infantil en el sentido de no perder la capacidad de sorprendernos, de reír a boca llena, de emocionarnos con los logros que vamos firmando.
Todo eso se entrena, a ser ingenuos se aprende.
Al circo de leones donde nos lanzan, tenemos que saber ponerle el decorado, construir lugares donde sentirnos seguros, rodearnos de gente a la que querer.
Aunque sepamos que antes o después el león nos encontrará, vivamos la mayor parte del tiempo como si éste no existiera.
Es más sabio.
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